sábado, 21 de enero de 2012

10.000 B.C. (2008)

Apadrina un guionista. Emmerich te lo agradecerá

Debe ser que estoy en época de autoflagelación por todos mis pecados, que después de ver la inefable 2012 me aventuré con otra de las erupciones de Roland Emmerich, 10.000 B.C., aún peor si cabe.

Tengo la teoría de que Emmerich despilfarra tanto en localizaciones y efectos especiales que luego sólo le quedan unos cuantos dólares para pagar a un guionista, de modo que contratan a algún individuo lobotomizado, no para que escriba algo, sino para que eche unos minutos en copiar-simplificar las mil millones de cintas comerciales hechas hasta la fecha, sin añadir ni una gota de impronta personal. Como la copia simplificada ha de ser tarea ardua para el lelo, Emmerich coescribe con él estas joyas que están llamadas a ir a la basura con la mayor prontitud poco después de sus estrenos.

A ver si me ha quedado claro:

Hace 12.000 años los seres humanos tenían un cutis estupendo, cejas perfiladísimas, barba arregladita al detalle, el vello corporal depilado, rastas perfectas y cortejaban a las chicas estilo Hugh Grant. Comían mamuts y derrocaban sin esfuerzo y también sin carisma a un imperio ridículo que contaba con unos cuantos soldados y otros tantos sacerdotes que ven marcas y profecías hasta el hartazgo.

Una peli plana, plana, plana. Si Independence day logró mostrarnos cuán lamentable puede llegar a ser una producción cinematográfica haciendo uso de un montón de dólares, 10.000 supera la marca y se sumerge en el submundo del infracine, de lo estúpido, de aquello que nunca debió ver la luz.

Como soy un pecador empedernido, no obstante, tengo en espera la que espero sea la última del mononeuronal Emmerich, The day after tomorrow, que algún amiguete me ha dado su palabra de que es bastante mejor que estas dos últimas.

Jeróooonimoooooo!!

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